Traigo aquí, como introducción, el primer artículo que escribí para la revista monográfica Desolation Post, consagrada a Bob Dylan (Nº4, Febrero 2007):
La Cripta del Chamán
Iniciamos aquí esta sección dedicada a fomentar el coleccionismo e informar de las fuentes, antecedentes y medios para lograr una primera selección de grabaciones imprescindibles y orientar a los aficionados sobre cómo, dónde y qué buscar para ampliar sus colecciones o iniciarse en este mundo plagado de archivos, cifras y códigos, en el que se encuentran las esencias, o al menos porciones sustanciosas, de aquello que aún permanece oculto en la cripta del Chamán.
Cuando uno termina por admirar sin reservas la figura y el trabajo de alguien tan lúcido, inclasificable y enigmático como Bob Dylan, no puede evitar intentar acaparar toda su obra, o al menos aquella que ya ha sido editada oficialmente. Pero si un día alcanzas a juntar toda su discografía oficial (difícilmente toda, pero sí la aún catalogada y todavía disponible) y tienes la fortuna de entender el arte del judío en directo y disfrutar de su talento para recrear cada noche sobre el escenario su propio mundo y el de sus viejas, nuevas y no tan nuevas canciones, sin duda te verás abocado a intentar descifrar algo de ese mundo y coleccionar todos y cada uno de los conciertos que el juglar de Minnesota ha ido ofreciendo a lo largo de su carrera, descubrir cada día una nueva versión o hallar una interpretación sublime que colme tu necesidad de emociones. Un solo de armónica, un único y singular fraseo, un riff de guitarra, unos cuantos y arrebatadores acordes, cualquier cosa que llene el vacío que deja en el alma la ausencia prolongada de un Dylan nuevo y misterioso, un tan imitado como inimitable creador con el imprevisible don de aunar la belleza desnuda, e indómita, y la furia de la razón, en medio de la locura, porque uno ha llegado a entender al fin que sus canciones, así como cada una de sus interpretaciones, no son sino mapas de carretera para el alma, torrentes de emociones de una riqueza tal que te mueve a reconsiderar tu propio sentido de la percepción y te anima a buscar, poseer y completar todo lo que dejó tras de sí y lo que está por llegar, porque no basta con alguna, unas cuantas, muchas, las más logradas o las menos conocidas versiones, uno acaba necesitando todas para intentar abarcar al genio.
Dicen de Bob que cuenta con varias cámaras acorazadas donde conserva todo el material que su gente ha ido grabando durante toda su trayectoria artística. Miles y miles de kilómetros de cinta con cantidad de material obtenido de los conciertos que ha celebrado hasta la fecha ¿Será cierto? Si así fuera, ese sería el sueño de todo coleccionista dedicado a su obra, conseguir todas aquellas grabaciones y guardarlas en su propia cripta para escucharlas en la intimidad, conservándolas como oro en paño entre los muros de su templo privado. Pero si no dudo que el propio Dylan debe tener buena parte de su mejor obra en vivo grabada por sus acólitos y mantenida a buen recaudo, lo que ya me parece menos verosímil es que el alcance de ese material llegue a cubrir todos y cada uno de los conciertos que a lo largo de la historia ha dado el de Duluth. Sin embargo existen grabaciones realizadas desde la audiencia de gran parte de su obra en los escenarios, prácticamente toda desde el 1974 en adelante, material más que suficiente de los 60, principalmente del 63 al 66, y un gran número de grabaciones tomadas de la mesa de mezclas (Soundboard). Todas esas grabaciones, tanto realizadas desde la audiencia, como extraídas de la mesa de sonido, serán el objetivo de nuestro estudio y nuestros anhelos.
Para empezar con una o varias listas de los imprescindibles, como la mayoría de vosotros ya sabréis, basta con tener acceso a internet y obtener la lista de los “must have” (los que hay que poseer) de la ya famosa página de Craig Pinkerton donde se hace recuento de aquellas ediciones extraoficiales que contienen las más impresionantes grabaciones y remasterizaciones de los conciertos legendarios o las interpretaciones más destacables del judío errante. Otra de estas listas a considerar es la muy recomendable de John Howell que enumera aquellos conciertos de los que existe una grabación decente, o hasta excelente en muchos casos, que desde un punto de vista personal y subjetivo merecen ser escuchados al menos una vez por todo buen aficionado; También interesantes las recomendaciones de Paul Williams y Clinton Heylin, por supuesto. La documentación más exhaustiva y generalmente fiable acerca de los conciertos, actuaciones y sesiones de grabación celebradas por la figura más influyente del rock se encuentra en los archivos de Olof Björner, que la gran mayoría ya conoceréis. Grandes coleccionistas que son y han sido de la ingente y asombrosa obra en directo del amigo Zimmerman cito aquí a continuación como fuente de información, origen y actual documentación de una gran parte de la obra grabada durante el último cuarto del siglo pasado y los años previos. Se trata de figuras tan relevantes para el estudio, recopilación, documentación y valoración del legado interpretativo de la pequeña gran maravilla blanca, como Les Kokay, Michael Krogsgaard, Glen Dundas, Jeff Friedman o Bill Pagel (autor de la inevitable página Bob Links), todos ellos investigadores, recopiladores y la gran mayoría autores de las más destacables grabaciones que uno pueda encontrar de algunos de los períodos míticos en la historia de Dylan y por tanto del rock.
Les Kokay publicó en el 2000 su catálogo de todas las grabaciones de la gira de 1974, “Bob Dylan/The Band (A Collectors Guide to the 74 Tour), actualizado en 2005, que el consiguió recopilar y remasterizar en gran medida, gracias a lo cual han llegado hasta nosotros en un estado todavía aceptable, algunas de ellas (pocas desde luego) excelentes registros para la época. Sin embargo, cita en el encabezamiento a Clinton Heylin, como forma de reconocimiento a la aportación de este autor, con una afirmación que no es del todo incierta pero que yo no comparto, “There are two problems with the 1974 tour: the tapes are crap and Dylan’s performances are crap.” – C. Heylin, Telegraph 32 pag 86. Las cintas son en su mayoría de una calidad lamentable, eso es indiscutible, pero no así las interpretaciones del furibundo artista de Columbia que, si bien es cierto cantaba y tocaba su guitarra, o se sentaba al piano, en un estado probablemente resacoso cuando no directamente bajo la influencia del alcohol u otras sustancias tóxicas, de lo que no cabe duda es que su desinhibida entrega y alto grado de emotividad resultan hoy sobrecogedores. Para muestra tenemos el “Before The Flood”, la edición oficial de la gira que contiene en mi opinión una de las mejores versiones en directo del clásico “Just Like A Woman”, puro fuego y tormenta clamorosa de lluvia purificadora antes del diluvio. También es de obligada escucha el concierto íntegro del que se extrajeron algunas de las pistas de ese disco oficial (entre ellas ese Just Like A Woman), del 14 de Febrero de 1974 en el Forum de Los Angeles, sesión de tarde, que contiene otra autentica pieza maestra del arte interpretativo del autor de Like A Rolling Stone, una imprevisible y subyugante “It’s All Over Now, Baby Blue” que deja al atento oyente tan desconcertado como lleno de admiración. El imprescindible “bootleg” que incluye la grabación obtenida de la mesa de mezclas de este impresionante e irrepetible concierto es el titulado “Paint The Daytime Black” de Q Records ediciones (Ref.: QR 23/24).
Otro disco imprescindible de esta trascendental gira que uno podrá ver incluído en la correspondiente lista de Bobsboots es el “Oakland Flood”, primero de los dos conciertos del Alameda County Coliseum de Oakland, California del 11 de Febrero de 1974. El sonido es de mesa y ciertamente esplendido, aunque defectuoso en ocasiones debido a daños irreparables en la cinta. Contiene una extraordinaria y vibrante versión de la siempre magnífica y en cierto sentido apocalíptica, “Gates Of Eden”. Para no perdérsela. Existe además un recopilatorio de la gira, obra de Ronnie Z, reconocible por su apodo, Barefoot, y difundido posteriormente por Stewart (Stew711), cuyo título “Sound The Battle Charge” recoge muchas de las más intensas y emocionantes interpretaciones de algunas de sus canciones durante aquél período, especialmente algunas de su álbum “Planet Waves” (Inmediatamente posterior al comienzo de la gira), que no ha vuelto a hacer en directo desde entonces, como por ejemplo “Wedding Song”, “Something There Is About You” del citado álbum , y la excelente y conmovedora “Nobody ‘Cept You”. Cómo Dylan canta en esa actuación del 4 de Enero en Chicago esta lúgubre, sombría y existencial, pero altamente apasionada declaración de amor nunca publicada oficialmente hasta 1991 (“Bootleg Series Vol.1-3, Rare and Unreleased”) es algo que estremecería a cualquier alma sensible. Todas ellas vieron su debut durante los primeros conciertos de su vuelta a los escenarios en Enero del 74, como anticipo del hoy infravalorado LP que paradójicamente llegó a ser el primero del artista en alcanzar el Nº1 en USA en las listas de ventas.
El propio Les Kokay publica también su guía “Songs of the Underground (A Collectors Guide to the Rolling Thunder Revue 1975-1976)” en 2003 y en ella encontramos la documentación relativa a ambas partes de la gira RTR, tanto la del 75 como la del 76, los conciertos celebrados y todo el material disponible. La guía del 74 traía incluso una dirección de correo electrónico donde contactar con el autor. Desconozco si aquella dirección sigue estando vigente, pero hoy en día estas grabaciones han circulado ampliamente y no resulta difícil para cualquier aficionado hacerse con cualquiera de ellas, incluso corregidas y aumentadas, y hasta reparadas, ya que la reproducción o transferencia a disco digital de alguna de ellas corría a diferente velocidad que la del equipo de grabación original (magnetofones Niagra, por lo general) y otras, incompletas, se han ido completando con los años mezclando diferentes fuentes.
De los años previos, cintas de las grabaciones Pre-Columbia realizadas por amigos y colegas del propio Bob, las Gleason Tapes o las archireproducidas Minnesota Hotel Tapes, así como de los conciertos de los 60 y la documentada trasgresión del Folk con su conversión al Rock de acompañamiento eléctrico y su adopción de la cultura pop, hasta el dramático episodio del accidente de moto que truncara su carrera en la cumbre de la fama tras la gira del 66, daremos cuenta en un próximo capítulo y comentaremos los más destacables registros, las grabaciones coleccionables, tanto descartes de las sesiones oficiales de grabación como conciertos y títulos de los “Bootlegs” correspondientes y todo lo referente al material existente en circulación.
El Coleccionista Hipnótico