Vuelvo a mis orígenes tratando de narrar las experiencias y las primeras impresiones que tuve descubriendo a cantantes folk como Joan Baez, Bob Dylan, Tom Paxton, Gordon Lightfoot y Phil Ochs. No puedo recordar ahora cómo llegó a mis manos el álbum de Joan Baez titulado “Farewell Angelina”. La foto en ByN de la portada mostraba una imagen seductora de una mujer joven con una especie de expresión suplicante en su rostro y una mirada penetrante. Llevaba un impermeable de plástico, por lo que se podría deducir que la foto fue tomada en un día lluvioso (Más tarde en 2007 pude determinar que la instantánea se realizó en el Newport Folk Festival, el 24 de julio de 1965, durante el encuentro de mediodía dedicado a la Canción Contemporánea).
Yo era sólo un niño entonces, de unos 14 años aproximadamente, pero tal vez ya consciente de las cosas que importan. No es extraño que tantas cosas en el mencionado álbum llamasen mi atención. La primera cuestión intrigante que percibí era que cuatro de las más bellas canciones del disco se atribuían al mismo autor, un tal B. Dylan. Por supuesto que nunca había oído hablar de él antes y tenía curiosidad por saber quién podría ser y que más había hecho hasta entonces. Pensaba que era un compositor de edad, un cantante popular tradicional de los años 30. Me sorprendió que sólo fuese un joven de alrededor de 20 años cuando “The Freewheelin’ Bob Dylan” llegó a mis manos algo más tarde. Pronto llegué a interesarme más en este tipo de música, buscando todo lo relacionado con Joan Baez y los artistas mencionados en la contraportada de ese álbum. El siguiente paso fue adquirir otro LP de la llamada ‘Reina del Folk’. El disco era una publicación de Hispavox titulada “Lo Mejor de Joan Baez (Best of Joan Baez)” que incluía “It Ain’t Me Babe”, una canción más compuesta por Bob Dylan. Las notas de contraportada de Langstone Hughes se refieren al mencionado compositor como uno de los trovadores contemporáneos de mayor talento. Sin embargo, lo más interesante acerca de este álbum, la experiencia acústica más reveladora a lo largo de todo el LP, fue el descubrimiento de una nueva canción de otro artista desconocido, anotado como P. Ochs en la contraportada. Era la primera pista de la cara B y era tan bella que uno no podía evitar detener el tocadiscos una vez acabada, tratar de depositar la aguja una vez más en el microsurco al principio de la primera pista y escucharla de nuevo una y otra vez. El nombre de la canción era “There But For Fortune (Si La Suerte Nos Acompaña)”. Las notas de contraportada, curiosamente, ni siquiera mencionaban esa canción, ni el origen, ni tampoco nada sobre el compositor.
Un día, uno de mis mejores amigos vino a decirme que tenía invitaciones para asistir en directo a la emisión de ‘”Caravana” de Ángel Álvarez’, el famoso programa de radio de uno de los mejores DJ’s en España, probablemente el mejor de su tiempo. Mi amigo tenía sólo 3 entradas gratis por lo que sólo 3 de nosotros entre los compañeros habituales, incluido él mismo, tuvimos la oportunidad y la inclinación de asistir al programa en los estudios de la cadena SER. Así que acordamos la cita para el día en cuestión y quedamos lo antes posible aquella mañana para no perdernos el espectáculo. Fue una mañana llena de acontecimientos. Ángel Álvarez, cuya profesión verdadera era la de operador de radio en los vuelos de Iberia, aprovechaba sus viajes a Nueva York, para traernos esas magníficas joyas musicales, nuevos sonidos que hicieron que el país despertase y cambiase el ritmo de nuestra nación. Nos sentamos en una de las primeras filas. El espectáculo comenzó y allí estaba él, con un LP en sus manos y una voz suave y profunda, como algodón de azúcar en día de tormenta, anunciando que iba a poner para nosotros, por primera vez en nuestro país, una única pista de un destacable álbum de Phil Ochs, el insigne cantante folk asociado al panorama musical en el Greenwich Village. Se advirtió a los asistentes que muchos de nosotros entre el público ya conoceríamos la canción en la versión de Joan Baez, pero la intensa versión interpretada por el propio compositor probablemente resultaría impactante incluso para aquellos oyentes que ya la conociesen previamente en la voz de Joan Baez. Puso con cuidado el disco en el plato giratorio y dejó caer la aguja sobre el surco. Escucharlo fue una revelación. Tuvimos la sensación de que algo estaba pasando y como almas recién nacidas nos sentimos conmovidos por la profundidad de la interpretación de Ochs. La pieza tenía un significado emocional para mis amigos y para mí y creaba un lazo de simpatía entre nosotros y el hombre que la escribió, el mismo tipo lleno de sentimiento que cantaba para nosotros a través de los altavoces del equipo de radio.
Nuestros primeros pensamientos, en el mismísimo momento en que la voz de Ochs comenzó a envolvernos, fueron acerca del privilegio de estar allí, ser los elegidos a los que se les permitía escuchar semejante gema, y, de inmediato, lo siguiente fue pensar en qué otra cosa podríamos descubrir sobre él.
Era difícil en aquél tiempo encontrar información sobre cantantes protesta o artistas que luchaban a favor de los derechos civiles, pero nos las arreglamos para conseguir aprender algo sobre el trabajo de Phil Ochs y los hechos con él relacionados.
Solía moverse entre la misma gente que Bob Dylan frecuentaba entonces, actuando ambos en el Village, en locales como el Gerde’s Folk City, el Gaslight y otros clubs de la misma zona. Pronto se convirtieron en buenos amigos, a pesar de que más tarde también tuvieron algún malentendido, con algún desagradable incidente, y decepciones mutuas en ocasiones. Incluso sentían una cierta rivalidad. Se ha dicho que en un momento Phil Ochs podría haberse sentido molesto por el éxito y la fortuna que Dylan y otros habían obtenido. Ahora tenemos razones para creer que era un ser con el alma herida, dividido entre la honestidad, la devoción por la verdad o por cualquier causa altruista y la avidez por la fama y el reconocimiento.
De todos modos, las comparaciones entre ellos eran inevitables en la década de los 60. Incluso si Phil Ochs en ocasiones podría resultar en desventaja en ese enfrentamiento, el hecho es que en realidad era la verdadera voz de la protesta de una generación joven. Mientras Bob Dylan era un poeta capaz de abrir nuestras mentes a un mundo diferente, mirándolo con ojos nuevos para encontrar una verdad filosófica, Phil Ochs era más un periodista, pero uno que nos proporcionaría la consciencia del devenir de los acontecimientos con una rabia, una voluntad y una pasión urgentes. En realidad, Ochs era también un juglar. Su obra esclarece lo que está mal en el mundo y la forma en que nosotros podríamos contribuir a hacerlo mejor.
Por lo que sabemos el cantante / compositor de El Paso fue un letrista de talento con un sardónico sentido del humor y una insistente voz deseando ser escuchada, como Jac Holzman, fundador de Elektra Records, dijo una vez. Las principales virtudes de Ochs como intérprete eran un fantástico sentido del ritmo, un vibrante “picking” de guitarra y una potente voz de timbre diáfano especialmente inquietante. Su profunda pasión que él canalizaba a través de la pulcritud, el ingenio y la convicción, siempre podía trascender sus habilidades técnicas y vocales, sin embargo.
La publicación de “Another Side Of Bob Dylan” significó un paso adelante en una dirección diferente para el músico de Minnesota. Dylan deja de lado sus convicciones respecto a la lucha por los derechos civiles y se vuelve más íntimo, surrealista y preocupado por los problemas del alma. Phil Ochs, en cambio, se mantiene fiel a sus creencias, la defensa de sus ideales, convirtiéndose en la voz de los oprimidos. El asesinato de tres trabajadores implicados en la lucha por los derechos civiles en 1964 inspiró una de las más airadas baladas de Phil Ochs, “Here’s To the State of Mississippi”. A medida que la guerra de Vietnam hacía estragos se dedicó ardientemente a su activismo político, escribiendo himnos generacionales como “I’m Not Marching Anymore” y protestando y liderando a las masas en manifestaciones contra la guerra.
También tenía un agudo instinto musical para crear baladas introspectivas que ya forman parte de nuestra memoria colectiva, sobre todo la muy elogiada “Changes”, y la inquietante “When I’m Gone”, que, lejos de establecer sus últimas voluntades, mantenía el compromiso de aprovechar el tiempo que le quedaba, como si ya supiese que no iba a durar mucho. Pero las cosas cambiaron de repente. La decisión de Dylan de consagrarse al rock electrificado y el éxito de la Psicodelia liderada por los Beatles probablemente causaron algún impacto negativo en él. Sea lo que fuese lo que pasó, parece que había llegado a un punto de inflexión. Tal vez estaba desilusionado a causa de la falta de un gran éxito; Un éxito que se le negaba a él y que otros cantantes de su generación estaban disfrutando. Sus nuevos lanzamientos incluían composiciones de una gran belleza lírica, como “The Flower Lady” y la melancólica “The Pleasures of the Harbor”, según los informes, inspirada en la película de John Wayne “The Long Voyage Home”, pero los arreglos excesivamente orquestados eran descoloridos y resultaron obsoletos.
Años después del descubrimiento por nuestra parte de su arte interpretativo, uno de mis hermanos compró en los EE.UU. un álbum de Ochs titulado “Rehearsals For Retirement”, que me encantó desde el principio, especialmente la canción que daba título al disco. Esa pista en concreto contenía una sincera declaración de intenciones, un manifiesto contra la sociedad de consumo con la voluntad de dejar este mundo en el que alguien como él parecía no encajar. No sé por qué pensé que el álbum era una edición póstuma, publicada después de su muerte. Tal vez me llevó a engaño la tumba de Phil Ochs retratada en la portada. Mi confusión se vio reforzada por el réquiem del tema que da título al álbum, una conmovedora melodía de letra pesimista acerca del final que se avecina. Sin embargo, el “cantante de actualidad”, como le gustaba llamarse a sí mismo, murió por su propia mano en 1976, aunque el LP fue lanzado en 1969. Parece que la razón por la cual eligió esta cubierta fue su decepción debido a los acontecimientos que tuvieron lugar en el “Festival of Life” de los Yippies, una de las muchas manifestaciones celebradas al margen de la convención demócrata, en la que él era uno de los organizadores. Eso ocurrió en Chicago en 1968. Quedó atrapado en medio del rifi-rafe en el enfrentamiento entre manifestantes pacíficos y la desproporcionada carga de una brigada de la policía, un choque que derivó en un gran lío de abundantes balas, gases lacrimógenos y porrazos. Muchas personas fueron detenidas, Phil Ochs entre ellos. Para alguien tan sensible como Phil aquello supuso una experiencia devastadora que le llevó a utilizar en la portada de su siguiente disco la imagen de una lápida grabada con su nombre dando testimonio de su muerte ocurrida en Chicago en 1968.
Phil Ochs
Conmocionado por los asesinatos de Martin Luther King, Jr. y Robert F. Kennedy, sumados a la barbarie de la policía antidisturbios, entró en una depresión aguda y se vio progresivamente afectado por un trastorno bipolar, agravado por un severo caso de alcoholismo. También su implicación política y su amargura existencial le causaron graves problemas, siendo detenido en Uruguay en una convención política en 1971 y nuevamente en Argentina. De gira por América del Sur conoció al cantante chileno Víctor Jara y se hicieron buenos amigos.
El golpe militar de Pinochet derrocó a Allende en 1973. Con el presidente Allende ya muerto, Jara, junto con miles de otras víctimas sospechosas de activismo, fue llevado a un inmenso estadio donde permaneció detenido y torturado durante 4 días. Lo mantuvieron en un pasillo en el sótano bajo estrecha vigilancia. Al quinto día fue conducido de nuevo arriba hasta el estadio, donde los soldados le golpearon brutalmente y destrozaron sus manos con las culatas de los fusiles. Los guardias golpistas se burlaban de él diciéndole “¡Canta ahora, si puedes!”. Entonces se le ordenó cantar. Jara se puso en pie con las manos ensangrentadas y condujo a otros miles de prisioneros a cantar con él el himno del partido de la Unidad Popular de Allende. Luego lo acribillaron en los pasillos del subterráneo, junto con el director de la Compañía de Ferrocarriles del Estado. Su cuerpo fue arrojado a unos arbustos cerca del Cementerio Metropolitano y encontrado 3 días más tarde con 44 incrustaciones de bala. Las noticias partieron el corazón de Ochs y nublaron su mente. Se volvió loco, pero todavía fue capaz de recuperar parcialmente la voluntad y puso su alma y su entendimiento al servicio de otra noble causa organizando “Una noche con Salvador Allende”, un acontecimiento que reunía a un grupo de artistas autodenominados Amigos de Chile en la celebración de un singular Concierto Benéfico. Invitó a Bob Dylan a tomar parte en el evento, que tuvo lugar en el Felt Forum de Nueva York. Aunque ambos estaban tan borrachos durante el espectáculo que apenas podían cantar a veces, el concierto fué todo un éxito gracias a la participación de Dylan. De hecho, también fue la primera vez que la gente anunciaba públicamente que la CIA había estado probablemente detrás del golpe militar en Chile, planificado y financiado por el gobierno de Nixon.
Phil Ochs & Bob Dylan at Friends of Chile Benefit Concert May 9th, 1974
Por desgracia, durante su visita a África en 1973, fue agredido por un ladrón, que lo estranguló dañando sus cuerdas vocales.
Todavía ofreció un par de conciertos más, sin embargo, e incluso llegó a formar parte de la Rolling Thunder Revue de Bob Dylan por un breve período de tiempo. Según se afirma, fue filmado interpretando cuatro canciones para “Renaldo y Clara”; Un metraje que nunca llegó a ser utilizado en el montaje final de la película de Dylan.
Al volver a casa su comportamiento se volvió cada vez más errático. Alarmaba a los amigos con delirios paranoides acerca de complots de la CIA contra él [Aunque en eso no iba totalmente descaminado, ya que más tarde fueron encontradas grabaciones realizadas por el FBI como parte del expediente de investigación correspondiente]. Hubo incluso un momento en que llegó a desvariar hasta el punto de inventarse una identidad alternativa, haciéndose llamar por otro nombre durante meses. Durante ese tiempo vivía en la calle, diciendo que había matado a Phil Ochs y había suplantado su identidad.
Al final, en 1976, lo hizo: Mató a Phil Ochs. Se ahorcó con un cinturón en la casa de su hermana en Far Rockaway, Queens, en Nueva York. Tal vez nunca llegó a ver esa “tierra joven con tantas razones para…”, pero fue capaz de mostrarnos un país destrozado por las bombas y las ruinas de los edificios una vez tan altos; Y de sembrar en nosotros la esperanza de que un día esa tierra joven, donde podríamos vivir en paz, se nos mostraría a los mortales que miramos al mundo con ojos limpios… Allí, si la suerte nos acompaña, tal vez vayamos, tú o yo.
El Coleccionista Hipnótico
Bibliografía:
Mirriam-Goldberg, Caryn (7 de Febrero de 2016) In Praise of Phil Ochs: Everyday Magic, Day 887. Consultado el 7 de Abril de 2016 en https://carynmirriamgoldberg.com/2016/02/07/in-praise-of-phil-ochs-everyday-magic-day-887/
Goldberg, J.J. (10 de April de 2016) Remembering Phil Ochs, the Other Great Jewish Folksinger of the ’60s. Consultado el 13 de Abril de 2016 en http://forward.com/opinion/338253/remembering-phil-ochs-the-other-great-jewish-folksinger-of-the-60s/
Eder, Bruce (Abril de 2016) Phil Ochs. Artist Biography by Bruce Eder. Consultado el 19 de Abril de 2016 en http://www.allmusic.com/artist/phil-ochs-mn0000333634/biography
Wikipedia (última modificación el 13 de Abril de 2016) Víctor Jara. Consultado el 19 de Abril de 2016 en https://es.wikipedia.org/wiki/V%C3%ADctor_Jara
Délano, Manuel (6 de Diciembre de 2009) La Muerte Lenta De Víctor Jara. Consultado el 20 de Abril de 2016 en http://cultura.elpais.com/cultura/2009/12/05/actualidad/1259967604_850215.html