Ojos Verdes

Mi madre habría cumplido 100 años el 26 de noviembre pasado. Me habría gustado tener este artículo listo para esa fecha en particular, pero como ya dije en mi último post, “Sisters Of Mercy“, he tenido problemas y carecía del estado de ánimo adecuado para hacer nada, sino dejarme llevar. De todos modos, quiero hacerlo ahora, porque puede que no sea hoy su cumpleaños, pero es el mío (eso era el 13 de Diciembre, fecha en la que publiqué el artículo en Inglés) y apuesto a que se sentiría muy honrada de que haya decidido celebrar mi cumpleaños con este sentido homenaje a ella. Era una fan fiel de Conchita Piquer, como ella solía referirse a la gran cupletista (la gente acostumbraba denominar a la artista por el diminutivo de su nombre de pila). Solía contarnos que mi padre y ella asistieron a un concierto suyo en un gran teatro de Madrid y ambos quedaron impresionados por su carisma en el escenario. Obviamente, su actuación causó un gran impacto en ellos, especialmente en el ánimo de mi madre. Con mucho alborozo nos relataba el éxito que Concha Piquer tuvo en su debut internacional en L’Olympia de París, cuando estrenó la canción “El Relicario”. Siempre recordaba como la entusiasmada audiencia se puso en pie para dedicarle una estruendosa ovación.

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Esta última canción que menciono fue grabada más tarde por Sara Montiel para una secuencia de su película “El ultimo Cuplé“. Una versión de estudio diferente fue lanzada por Columbia Records en su LP publicado como “Sarita Montiel canta las canciones de la película El Ultimo Cuplé” que supuestamente debía ser la banda sonora de la mencionada película, aunque en realidad eran grabaciones de estudio diferentes (o tal vez las mismas retocadas). El LP fue lanzado en Europa por London Records según se advierte en las fotos aquí abajo incluidas.

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Esta es la versión que aparece en el LP de Columbia: “El Relicario” (en realidad cantada por Sarita Montiel, aunque figura en youtube como interpretada por Concha Piquer). Como ferviente admiradora de Conchita Piquer, mi madre solía recordar muchas de sus canciones e incluso canturrearlas a veces. Sin embargo, es posible que no lo creáis, pero no poseía ningún disco de ella. Así que, un día, cuando ya fui adulto, tuve que ir a comprarle uno para regalárselo por su cumpleaños.

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“No Te Mires En El Río” era una de mis canciones favoritas del álbum que compré. A mi madre le encantaban todas sus canciones. El tema favorito de ella era esta copla que ahora comparto aquí, “Ojos Verdes”:

Ojos Verdes (Valverde, León y Quiroga)
Concha Piquer

Apoyá en el quicio de la mancebía,
Miraba encenderse la noche de mayo
Pasaban los hombres y yo sonreía,
Hasta que en mi puerta paraste el caballo.
“¡Serrana! ¿Me das candela?”
Y yo te dije: “Gaché,
Ven y tómala en mis labios
Y yo fuego te daré”.
Dejaste el caballo y lumbre te di
Y fueron dos verdes luceros de mayo
Tus ojos pa mí

Ojos verdes,
Verdes como l’arbahaca,
Verdes como er trigo verde,
Y el verde, verde limón.

Ojos verdes, verdes
Con brillo de faca
Que s’han clavaíto en mi corazón.
Pa mí ya no hay soles, luceros ni luna,
No hay más que unos ojos que mi vía son.

Ojos verdes,
Verdes como l’arbahaca,
Verdes como er trigo verde,
Y el verde, verde limón.

Vimos desde el cuarto despertar er día,
Y sonar el alba en la torre la vela
Dejaste mi brazo cuando amanecía,
Y en mi boca un gusto de menta y canela.
“¡Serrana! Para un vestío
Yo te quiero regalá”
Yo te dije: “¡estás cumplío!
No me tienes que dar ná”.
Subiste al caballo, te fuiste de mi
Y nunca otra noche más bella de mayo
E güerto a vivir.

Ojos verdes,
Verdes como l’arbahaca,
Verdes como er trigo verde,
Y el verde, verde limón.

Ojos verdes, verdes, con brillo de faca
Que s’han clavaíto en mi corazón
Pa mí ya no hay soles, luceros ni luna,
No hay más que unos ojos que mi vía son.

Ojos verdes,
Verdes como l’arbahaca,
Verdes como er trigo verde,
Y el verde, verde limón.

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Esta es la traducción al inglés que hice para la versión inglesa de este artículo:

Ojos Verdes (Green Eyes) (Valverde, León y Quiroga)
By Concha Piquer

Leaning on the door of the brothel,
I watched the night of May light up.
The men passed by
And I smiled,
Until at my door you stopped the horse.
“Serrana, give me the candle”
And I told you: “Man,
Oh come take it from my lips
And I will give you fire.”
You left the horse
And I gave you light
And they were two green May stars your eyes for me.

Green eyes,
Green as the basil.
Green like green wheat
And green, lemon green.

Green eyes green
With knife glitter
That are stuck in my heart
There is no sunshine anymore for me,
Neither stars, or moon,
There are only those eyes that are my whole life.

Green eyes,
Green as the basil.
Green like green wheat
And green, lemon green.

We saw from the room wake up the day,
And to sound the dawn from the watchtower.
You left my arm when the sunrise came
And in my mouth a taste of mint and cinnamon.
“Serrana, for a dress I want to give you.”
I told you, “You’re done,
You don’t have to give me anything.”
You climbed the horse
You left me
And not another night
More beautiful of May I’ve ever lived again.

Si alguien puede ayudarme a mejorarla para que las metáforas y las frases más evocativas sean inteligibles en la lengua de la Rubia Albión, lo agradecería enormemente.

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Otra canción muy popular de Concha Piquer era “Tatuaje“. La letra habla de un marinero que vino en un barco de nombre extranjero con un corazón tatuado en el pecho; Cómo ella le pidió un beso y se enamoró de él. Desde entonces iba buscándolo en cada puerto preguntándole a todo el mundo por su amado. Historias románticas que ella siempre cantaba con su conmovedora voz.

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Pero mi querida madre no era la única de la familia que amaba a Concha Piquer. Otra de sus hermanas, tía Margot, era también una incondicional admiradora de la asombrosa cupletista. Tía Margot murió a los 99 años, unos pocos días antes de llegar a los 100. Desafortunadamente, en sus últimos años, padeció la enfermedad de Alzheimer. No podía recordar el último minuto o lo que había sucedido unos minutos antes, pero aún así su mente seguía trabajando con precisión en el momento presente, permaneciendo siempre ingeniosa y sorprendentemente audaz. Con frecuencia consciente de su olvido, solía sentirse desorientada y llena de ansiedad. Sin embargo, solo tenías que empezar a cantar una canción de Conchita Piquer y ella inmediatamente recordaría la letra y la cantaría contigo. Eso le haría feliz, permitiéndole olvidarse de sus problemas. Al igual que a mi madre, le encantaba “Ojos Verdes”. Muchas veces incluso empezaba a cantar otra de sus favoritas, “No te Mires En El Río”, y se sentía en la gloria. Compramos unos cuantos CDs de la cautivadora artista a la que tanto amaba, y escucharlos era la felicidad para ella siempre desde entonces.

Como ejemplo de la agudeza mental que mi tía conservaba, incluso durante la última etapa de su enfermedad, contaré aquí una anécdota que ya he contado muchas otras veces: Una vez que fui a visitarla, sintiéndose un tanto confundida, me preguntó: “¿Tú quién eres?” Yo entonces repliqué, “¿No sabes quién soy?” Ella se quedó pensativa un instante e inmediatamente respondió, “Uno de nosotros”. Era realmente una dama extraordinaria, incluso amaba a los Beatles. Pero nadie es perfecto; Nunca le gustó Bob Dylan.

El Coleccionista Hipnótico

Iñigo Coppel “En El Olympia”

Ya he escrito anteriormente acerca de Iñigo Coppel. Probablemente el cantautor de mayor proyección, actualmente, en el panorama musical Español. Su nuevo disco, ya grabado, “Los Nobles Salvajes”, al que me refería en otra ocasión, está ahora en la fase definitiva de pos-producción y verá la luz después del verano. Pero entretanto, hoy quiero llamar la atención de mis lectores sobre su anterior trabajo, un excelente disco producido por José Nortes y grabado en directo en la Taberna del Viejo Artuset el 27 de Diciembre de 2013.

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El CD comienza con ese tema insólito, “Iñigo Coppel Viaja A La Edad Media Y El Rock And Roll Salva Su Vida”. Un cantar de gesta que enseguida te atrapa en su desenfrenada carrera de corte surrealista donde el desventurado cantautor callejero en el que se transmuta el artista narra en primera persona lo acontecido cuando por un fenómeno inexplicable viaja en el tiempo a un pasado medieval. No quiero hacer una crónica del álbum ni analizar aquí las canciones o valorarlas en ningún sentido. Solo pretendo invitaros a escuchar un disco que en mi opinión no tiene desperdicio y del que es muy posible acabéis enamorados a poco interés que pongáis en escucharlo. Basta con dejarse llevar por la arrolladora habilidad de Iñigo para transmitir emociones y narrar historias con ese humor suyo cargado de sarcasmo o esa inmensa sensibilidad con la que posa su verdad sobre las almas para llegar al fondo de las cosas con una honestidad inquebrantable.

El “Tango del Amante Traicionado” deja una amarga sonrisa en el oyente tras la sonora carcajada que provocan esos versos finales:

“¡La fe! ¡Es pa’ perder la fe!
Vivimos acosados por la infamia,
Son tiempos de amor casto y monogamia,
¡Más bajo ya no se puede caer!”

Porque uno piensa con nostalgia en cuan cierto es eso de que “tan solo los amantes creen en el amor”. Y, al fin y al cabo, en cuan lamentable es la traición, incluso si se le da la vuelta al planteamiento y con admirable sentido del humor se convierte en víctima al pobre cómplice de la primera deslealtad.

Encontramos entonces esa balada inimaginable que es “Serenata para C”. La certera descripción de ese alguien que uno ama en silencio sin comprender como es posible que semejante ser pueda vivir con esa angustia y sentir la tristeza, el dolor, el miedo, la ansiedad y la infinita soledad que la envuelve a pesar de ella misma y su belleza perfecta. “¿Quien lo puede creer?”. Sin embargo lo entiendes, porque a través de la mirada del autor también tú llegas a amarla. Es justo antes de la tercera estrofa, cuando el mágico violín de Manu Clavijo hace su aparición, cuando esta serenata cobra todo el sentido y llegas a hilvanar todos los elementos, completando la imagen capturada en la composición.

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La guitarra de Coppel arranca como una airada protesta de aquellas que Bob Dylan entregó al mundo en el año ’63. La misma fuerza narrativa, el mismo impacto musical y la misma convicción. Solo que aquí lo que se cuestiona es si el asesinato de ese hombre, al que hubo de ejecutar el propio narrador, tenía algún sentido. “¿Estáis Seguros de que era un Fascista? ¿Estáis seguros de que no habrá más como él?” La canción no solo denuncia una practica macabra y el hecho de que con toda probabilidad eligieron a la victima equivocada, sino que la elección, por esa misma regla de tres, podría llevarles a asesinar a media humanidad.

La siguiente pista contiene mi canción favorita del disco. No me preguntéis por qué. A pesar de todo, trataré de ofrecer una explicación. “Acaba Conmigo” es un sincero acto de contrición y, como tal, resulta conmovedor. La incisiva sucesión de acordes me cautiva. El tono lacerante de la melodía, acompañando al reconocimiento de la culpa en la afligida voz de Iñigo, penetra en mi como el acero afilado de una navaja de afeitar. La aceptación del castigo asumiendo la pena capital como única forma de redención hace estragos en mi integridad emocional. Y cuando, dispuesto a pagar con su vida por el daño causado, exclama: “Dispárame ¿A qué estás esperando? …acaba conmigo de una vez”, no puedo evitar que se me parta el alma.

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Como una declaración de principios, como un acto de fe en la condición de juglar, Iñigo Coppel recita a continuación este poema que llega directamente al corazón. “En El Olympia” nos habla de una fe perdida y recobrada durante ese encuentro con Gardel y todos los grandes cantores, cuando, como dice la canción, “Los caminos de la vida, escuchadme, mes amis, arrastraron mi alma herida hasta el Olympia en Paris”.

“Laura Y Las Desventuras Del Joven Coppel” narra con una gran dosis de socarronería un primer fracaso amoroso que resulta ser una victoria, un propósito cumplido y la reafirmación como ser humano. Y lo hace a ritmo de rock con envidiable maestría.

De nuevo otra estremecedora balada éste “Recuerda El Viento” que el músico Bilbaíno le canta a un piano recordándole que una vez fue un bello roble, que una vez fue libre y noble. Eso hasta que lo derribaron para convertirlo en ese piano que ahora ocupa un rincón del escenario en un bar de cantautores.

“Oiga, Que Hubieran Estudiado” precede a la ultima pista del disco. Se trata de un singular blues que el autor habitualmente dedica a todas esas mujeres que pudiendo estar con esos otros músicos triunfadores, glamurosos y sofisticados, eligen la compañía de tipos como él. Gran tema que aborda con ironía la cuestión del éxito, el verdadero valor de la creación artística y el escabroso asunto de la nada desdeñable motivación que supone la conquista de algún que otro ejemplar del sexo opuesto para dedicarse a esto de la música.

El magnífico tema final, titulado así, “Si Algún Día Yo Muriera -Dios No Lo Quiera-” es, como su propio nombre indica, un testamento artístico. Eso es solo en apariencia, en realidad es mucho más que eso. Es como un examen de conciencia, un rendir cuentas con el pasado para extraer de ahí todo lo aprendido y reafirmarse en sus creencias. En definitiva es la confirmación de estar en el camino, en paz consigo mismo, tras haber recorrido un largo trecho. Cómo él dice: “no me quitan lo cantado, aprendí a estar de mi lado, morí cuerdo y fui feliz”.

https://coppel.bandcamp.com/album/en-el-olympia

El Coleccionista Hipnótico